En este caso, Purulent hacen un grindcore muy técnico. Era el grupo más extremo de la noche, y aunque en un principio te hecha un poco para atrás, poco a poco vas viendo la variedad de ritmos y lo técnicamente ricos que son en realidad.
Multitud de cambios de ritmo, con riffs de guitarra enrevesados, una batería que era una apisonadora pero a 120 por hora, y una voz que más que gutural, eran verdaderos gruñidos.
Un concierto, que al igual que el resto, empezó con poco público, pero que poco a poco fue atrayendo a la peña que estaba fuera al fresquito. Entre trallazo y trallazo, con alguna otra balada, como bien presentó su vocalista con guasa, presentaron a los nuevos miembros de la banda, que debutaban en directo con ellos, el batería y el guitarra.
Como anécdota, el último tema, el vocalista que además es también el bajista, decidió soltar el bajo, para poder moverse con libertad por el escenario, y con el curioso comentario de que tampoco le hacía mucha falta. Muy buen concierto de los Purulent, que terminó por convencer al personal que los despidió con muchos aplausos